Revisando CD´s de esos que se acumulan por la preminencia del .mp3 , redescubrí las reediciones que el año pasado sacaron de la cantante de funk Betty Davis. En el 2006 la revista española Rockdelux publicó un artículo en donde se refería a la historia de mujeres que de modelos de revista se convirtieron en cantantes, o que abordaron la música en una especie de extensión de su belleza o para mostrar justamente que no eran sólo caras bonitas. Esa lista es grande , así al aire recordamos a Brigitte Bardot que podría ser el símbolo más representativo, pero su extremo podría ser Christa Pffagen alias Nico. Ya en años recientes están los nombres de Carla Bruni o Milla Jovovich, aunque por qué no mencionar a las mismísimas Hanna Schygulla o Jeanne Moreau, actrices y sex symbols que tomaron el micrófono con aires rupturistas.
Una de esas voces radicales es la de Betty Davis, una ex modelo que se convirtió en esposa del jazzista Miles Davis y que en los años setenta, a la par que los maravillosos albumes de su ex marido en donde exploraba la veta más densa del funk y del soul como el Bitches Brew, esta mujer también se adentró en el funky aguerrido, en el punto límite, y vivió una carrera frontal y decidida aunque sin el éxito suficiente para pasar a las primeras filas de la historia de la música negra. Sus largas piernas, su aspecto sexual a toda costa, los rumores de sus amoríos extramaritales con gente como Jimmy Hendrix y Sly el de los Family Stone, pudieron en aquellos días más que la fuerza de sus discos, mezcla de funk con metal, mezcla de feminismo y activismo pantera negra.
La andrógina Grace Jones por ejemplo tomó mucho del aspecto de Betty, aunque no el funk, hoy en día se le recuerda como el antecedente no sólo de Madonna sino de Prince, se le está considerando la madre del rap más radical de nuestro tiempo e incluso se ha dicho que los Red Hot Chilli Peppers se ruborizarían al verle en vivo, pero ella no sale a escena desde mediados de los años setenta.
Betty Davis fue el gran renacimiento mercadológico de la música americana en el 2007 y mucho, mucho más, desde entonces todo el mundo está hablando de ella, aunque como sucede siempre con la Black Music, los medios mexicanos no la programan y los oídos supuestamente abiertos de los “indies” adocenados, no la toleran. Betty Davis mis chavos, lo suyo es el funk de acción, no el hip hop misógino que muestra autos y tetas como botín mayor. Lo de Betty va de otra forma, sexo hasta por los poros pero en relación con una música para las caderas, una banda lasciva, el universo del funk en cortito y en expansivo, lo sucio y lo candente, lo poético y lo rapaz del antro negro, música para afrontar.
Ligth in the Attic , el sello de Seattle sacó hace un año en reedición de lujo los dos primeros albumes de la Davis: Betty Davis y They Say I´m Different, y vaya que lo es. El sonido de estos discos aparecidos originalmente en 1973 y 1974 se actualiza por sí mismo, es el soul y el hardcore ; si la guitarra de Hendrix es fálica, la voz de Davis se contrapone vaginal, pero no en señal de receptividad sino en exhuberancia casi dentada. En la música de Davis confluyen los elementos más “arty” del erotismo funk con las expresiones un poco más pueriles del heavy metal.
Esto mismo hace de los discos de Betty Davis algo muy por encima de su tiempo, y un regalo para esta década de fusiones y de reencuentros entre el jazz y la música bailable. Si la muerte de Rick James y del padrino James Brown ensombreció a los fanáticos del funk, el regreso de Davis en sus reediciones les ha impactado, por igual hispanos, anglosajones, afroamericanos y asiático americanos redescubrieron a la negra, y están bailando por doquier con Betty Davis en los Estados Unidos, gracias al lanzamiento de estos discos , acompañados de tracks inéditos , y que se han convertido en ese fenómeno de masas, pero entendidas, que hace renacer ídolos que solamente de vez en cuando, son músicos pura cepa.
En Betty Davis, el album debut, la cantante se pasea en el tren del sonido entre Chicago y Detroit, esa franja negra industrial de los lagos, y su sonido se apega a lo grasoso, húmedo y maquinal del paisaje. Anti Love Song es un himno feminista negro, mentras Come Take Me, refiere sin tapujos los avatares de la posesión, “! rompe mi corazón ¡ pide a gemidos la Betty. Your Man My Man es otro ejemplo de esa frontalidad que pasea Betty por la geografía norteamericana que le sirve para expander su juego erótico fuera de los límites, sucio, sucio, así de plano.
They Say I´m Different es un disco más en la veta del blues, donde el ritmo se calma un tanto aunque se agudiza en el picor que ocasiona a los sentidos, coros y cadencias se entremezclan para dar la sensación de mayor intimidad con esta voz única que sin embargo de pronto salta cual mantis dispuesta a devorarte completo. Sin duda estas dos primeras reediciones de Betty Davis han vuelto a traer a colación la historia de una mujer más allá de los límites y de las preconcepciones, que a través de la música abrió y destruyó esquemas que hoy en día le tienen muy bien pavimentado el caminito a gente como Amy Whitehouse, Beyoncé y hasta a la Mala Rodríguez.
ENTREVISTA HECHA EN LA RADIO AMERICANA EN JUNIO DEL 2007 CHÉQUENLA HACIENDO CLICK AQUÍ
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