A primera vista, el trabajo de Rolando Jacob pudiera percibirse un tanto ligero, sin un discurso profundo que intente explicar el mundo o las relaciones, humanas o no, que en el mismo suceden.
Va más allá. Como en aquella serie de dibujos donde vemos a un chico y a una chica abrazando edificios, con claras referencias fálicas, que bien se podrían interpretar como una especie de soledad cosmopolita existencial o el vacío que en el ser humano ha dejado el vivir en las grandes ciudades; cada vez más enormes.
Los rostros se dibujan con la mirada perdida, ausentes, melancólicos, a veces frívolos y desconcertados, acercándose a la pretensión de la vanidad y la moda; el ser “contemporáneo” a sí mismo.
Con posturas “de revista”, modelando el espíritu lleno de dudas y miedos, que en ocasiones se perciben titubeantes, y en otras tan seguras de su desconciertos.
En el Garage, Rolando nos dejó una de sus ilustraciones dentro del proyecto que hemos denominado “el mural efímero”.
La ilustración consta de dos individuos en estado zombie, como si de pronto, algunos de los modelos de las revistas Vice o similares, tuvieran conciencia de si mismos y ante la superficialidad del acto desvariaran hasta convertirse en seres carentes de identidad propia y se transformaran en autómatas.
Enmarcado como si fuera un lienzo, de fondo afrancesado, la premisa es sencilla: ante la moda, lo chic, lo cool, la pretensión, las poses y demás sustantivos, ¿dónde queda la búsqueda y el encuentro de una personalidad única y propositiva?; entre tanto concepto tan masticado y vomitado.
Conoce más del trabajo de Rolando Jacob.